En lo alto de los Alpes suizos, una estructura futurista irrumpe en el paisaje de tejados inclinados. No solo destaca por sus más de 30 metros de altura, sino por el modo en que fue construida: capa por capa, mediante tecnología de impresión 3D, hormigón especial y acero, dando lugar a una obra que fusiona tradición, innovación y sostenibilidad.
Se trata de Tor Alva, o Torre Blanca, y se ubica en Mulegns, una aldea casi deshabitada de Suiza que ahora se convierte en escenario de experimentación arquitectónica. Con un diámetro que varía entre los 7 y 9 metros, y columnas blancas impresas en 3D que difieren en altura y forma, esta torre redefine el concepto de construcción contemporánea. Un robot se encargó de aplicar el hormigón con precisión milimétrica, mientras otro insertaba refuerzos de acero entre capas para garantizar la estabilidad estructural.
A lo largo de sus cuatro pisos, conectados por una escalera en espiral, los visitantes descubren un universo visual cambiante: las columnas, intrincadas y ramificadas, adoptan patrones únicos que mantienen una armonía general. “La torre se siente sólida y transparente a la vez. Protege, pero nunca encierra”, señaló Michael Hansmeyer, uno de sus arquitectos y programadores, especializado en el diseño algorítmico.
La construcción comenzó en febrero de 2024 y fue inaugurada recientemente como un espacio multifuncional que integra arquitectura, ingeniería estructural y expresión cultural. En su cima, la torre alberga un pequeño teatro abovedado con 32 butacas y un escenario central, diseñado para recibir conciertos, lecturas, obras y performances con vistas panorámicas a las montañas.
Tor Alva no es solo una proeza técnica, sino también un símbolo de renacimiento para Mulegns, un pueblo que en el siglo XIX fue cuna de artesanos y que hoy cuenta con menos de 15 habitantes. La iniciativa, impulsada por la fundación Nova Fundaziun Origen y la ETH Zurich, busca reactivar la economía local mediante el turismo arquitectónico y sentar un nuevo estándar para desarrollos sustentables en entornos culturales.
La torre evoca el legado teatral del barroco regional, pero lo traduce a un lenguaje del siglo XXI. “Tor Alva puede describirse como una reliquia futurista”, afirmó Hansmeyer. “Sus formas fluidas y orgánicas, posibilitadas por la impresión 3D, evocan asociaciones naturales; sin embargo, la precisión de las miles de capas de hormigón impresas revela un origen algorítmico claramente moderno”.
Los beneficios de la construcción mediante impresión 3D son cada vez más visibles: mayor velocidad, menor impacto ambiental y reducción significativa del desperdicio. En este caso, el robot aplicó material únicamente donde era necesario, generando columnas huecas que optimizan recursos sin comprometer la resistencia.
El uso de esta tecnología ya se está expandiendo a otros proyectos: en Texas se construyó un barrio completo con impresión 3D para enfrentar la falta de viviendas accesibles, y en zonas afectadas por incendios forestales en California, se aceleraron los procesos de reconstrucción con esta técnica, logrando levantar muros de hormigón en solo días.
“Nos permitirá construir una arquitectura más rica y expresiva”, aseguró Hansmeyer, destacando que este método libera a los diseñadores de las limitaciones del encofrado tradicional y permite crear formas complejas y detalles imposibles hasta ahora.
La torre fue diseñada por Hansmeyer junto al profesor Benjamin Dillenburger, especialista en tecnologías de construcción digital de la ETH Zurich. La ejecución quedó en manos de Uffer Group y Zindel United, con el respaldo de la firma de ingeniería Conzett Bronzini Partner AG. El proyecto requirió cinco meses para producir los 124 elementos impresos que la componen.
Las visitas ya están habilitadas y las funciones teatrales comenzarán en julio, dando vida a una construcción única en el mundo, que proyecta el futuro desde uno de los rincones más remotos y poéticos de Europa.
Fuente: Forbes Argentina